La advocación de la Divina Pastora nació en España, cuando el sacerdote capuchino Isidoro de Sevilla fue escogido por la Bienaventurada, quien tuvo una inspiración que pudo haber sido una visión o un sueño de la doncella de Nazaret vestida de pastora, en un ambiente de campo, rodeada de ovejas y con un báculo en su mano derecha.
Aquella revelación cautivó el espíritu de Isidoro y deseando comunicar a otros la manifestación mariana, solicitó ayuda a Miguel Alonso Tovar, quien con su don sobrenatural en la pintura artística elaboró un precioso cuadro con la Divina Pastora de Almas.
Luego fue esculpida su figura, la cual fue llevada en procesión por primera vez el 8 de septiembre.
Desde 1706 hasta 1724 el sacerdote Salazar y Ruiz,con buen selo y poniendo en riesgo su vida, pacificó a los indómitos gayones de Santa Rosa, quienes habían vivido de salteadores de caminos matando y robando. Los gayones se convirtieron en seres obedientes en todo, concurriendo a misa, rezando y confesándose anualmente.Tuvo que ver La presencia en el pueblo de Santa Rosa la devoción a la Virgen en su advocación de Divina Pastora; esta fue determinante para neutralizar la rebeldía de los gayones expresada durante tantos años en peleas y asaltos.
El título de la Divina Pastora es esencialmente misionero, dedicado a rescatar a las almas para que se acerquen a Dios por la Virgen María. Los miembros de la orden capuchina que venían a América trajeron la nueva advocación y la hicieron parte de la estrategia catequizadora entre grupos indígenas.
En Venezuela la imagen mariana pasó de Los Llanos a Caracas. A solicitud del padre Salvador Joseph Bello, de la diócesis de Caracas. El Rey Felipe V ordenó la construcción de una iglesia en el camino de Caracas a la Guaira para dedicarla expresamente a la Virgen María bajo el título de la Divina Pastora e inaugurada el 8 de abril de 1745. Fue la primera iglesia en el mundo dedicada a esta advocación.
La devoción a la Divina Pastora, llegó a Venezuela en 1706 inculcada por el fraile Marcelino San Vicente y algunos religiosos devotos de María Santísima. Al parecer, el fervor por la sagrada imagen empezó gracias a las evangelizaciones hechas por los religiosos en medio de las plazas, fiestas patronales, predicaciones en sitios abiertos, entre otros espacios públicos.
La advocación de la Divina Pastora se encontró inicialmente en una carta del año 1711 redactada en Mapubares, vicariato de Coro. “Los frailes llamaron a la población Misión de la Divina Pastora de Mapubares”. Ahora la imagen en el templo de Santa Rosa, está vinculada a la visita del rector de la Catedral de Caracas, don Carlos Herrera, quien estuvo en la ciudad el 11 de septiembre de 1746.
No hay documentos históricos que registren la llegada de la imagen de la Divina Pastora a Santa Rosa. Se dice que alrededor de 1740 el vicario de la iglesia de la Inmaculada Concepción de Barquisimeto encargó para su iglesia una imagen de la Divina Pastora. Por su parte, el párroco de Santa Rosa, Sebastián Bernal, ordenó para la suya una de la Inmaculada Concepción. Finalmente, los cajones que contenían las efigies fueron confundidos y a Santa Rosa llegó la imagen de la Divina Pastora. Cuando el padre Bernal se dio cuenta del error, cerró el cajón y ordenó devolverlo a Barquisimeto, pero la imagen se puso tan pesada que nadie pudolevantarla. Secomunicó con el vicario de la inmaculada Concepción y decidieron someterse a la voluntad de la Divina Pastora de quedarse para siempre en Santa Rosa. Sin embargo estaconfusión de los dos cajones no tieneasidero real. Se dice queesto habría sucedido después de 1736 y todas las evidencias apuntan hacia el hecho de que mucho antes de la llegada del padre Sebastián Bernal a Santa Rosa, en 1736, ya la imagen estaba allí, pues había sido adquirida entre 1715 y 1724.
En el testamento del padre Sebastián Bernal, dictado en 1791, se comprueba su profunda devoción por la Divina Pastora y las adquisiciones que hizo para ella, pero igualmente que no fue él quien la adquirió y llevó a Santa Rosa.
Referente a las dos cajas que contenían las imágenes, hay que tener presente que una cosa es la historia que tiene que fundarse en documentos y otra la leyenda o las tradiciones populares; por cuanto sean bellas o simpáticas no van confundidas con la historia. La tradición hermosa de los cajones, uno con la Divina Pastora y el otro con la Inmaculada Concepción no tiene fundamento histórico.
La devoción de la Divina Pastora fue aumentando paulatinamente a partir de 1736 durante el servicio pastoral del Padre Sebastián Bernal. Este cura doctrinero, entusiasta y fervoroso, se dedicó con vehemencia a enaltecer y promover la devoción pastoreña en el pueblo de Santa Rosa. El padre Bernal llevado por su piedad costeó gastos para la Divina Pastora de su propio dinero, adquiriendo para la imagen de la Divina Pastora joyas y atuendos preciosos, embelleciendo la humildad intrínseca de la Pastora de Almas, por lo que era de esperar que gradualmente la Divina Pastora despertara entre su feligresía de Santa Rosa sentimientos de amor y fe.
En el año de 1812 se dio en Barquisimeto un terremoto que también sacudió a la cercana población de Santa Rosa, el cual derribó la iglesia, sin embargo no pudo hacer lo mismo con las paredes y el techo que protegían la imagen de la Divina Pastora; se improvisó una capilla y en ella estuvo hasta 1850 cuando el padre Macario Yépez la trasladó a otra capilla provisional levantada sobre las ruinas de la iglesia de Santa Rosa, reconstruida finalmente el 30 de agosto en 1864 cuando se colocó en ella la Virgen.
El presbítero José María Raldíriz instituyó la costumbre de traer todos los 14 de enero la Divina Pastora a Barquisimeto. La primera vez en 1856, como homenaje de gratitud por su protección contra la epidemia de cólera ocurrida el año anterior, pero luego se convirtió en devoción de la feligresía barquisimetana, que se mantiene hasta la fecha. Así debió continuarse la tradición, pues fue como nació.
El padre José Macario Yépez, muy ligado a la devoción de la Divina Pastora, nació en Barquisimeto en 1799. Referente a su muerte ocurrida en esta misma ciudad el 16 de junio de 1856.El Padre Mariano Raldíriz amigo y compañero del Padre Yépez cuenta sus últimos instantes: “Una o dos horas antes de morirante la imagen de la Virgen María, bajo la advocación de su Concepción Inmaculada, que se le había llevado a su casa como la patrona de este pueblo exclama: “Virgen María, Madre de Dios, por el Misterio de tu Concepción Inmaculada, te pido ruegues a tu Santísimo Hijo Jesús, me otorgue la gracia de que yo sea la última víctima del cólera en esta ciudad”, y volviendo a su lecho, entregó su alma en manos de Jesús”.
El padre José Macario Yépez es hoy héroe y símbolo. El ofrendó su vida en un sacrifico pleno de bondad y entrega, y ése es el recuerdo indeleble en la memoria de este pueblo agradecido que todos los años se vuelca a las calles el 14 de enero a recibir a la Divina Pastora en ese peregrinar que comienza en Santa Rosa.
La única parada oficial que hace la imagen de la Divina Pastora desde Santa Rosa hasta la Catedral, la plaza Macario Yépez, es un emblema de la santa procesión.
El lugar que hoy ocupa históricamente como Tierrita Blanca, fue el escenario de una de las tantas batallas que el Libertador libró en su gesta emancipadora. Tal y como lo reseña el Hno. Nectario María, “sobre esta tierra, regada por la sangre de los mártires de la independencia”, el padre Macario Yépez decidió erigir una cruz a Cristo Redentor como ofrenda pública por las culpas de la ciudad y para conseguir piedad y clemencia.
El monumento comenzó a construirse en diciembre de 1855, y cuando estuvo terminado, Macario decidió que el día 14 de enero se haría su bendición.
Fue allí donde la imagen de la Divina Pastora, visitó la ciudad de Barquisimeto. Para realzar aquel acto de fe, la imagen de la Santa Madre fue recibida por la imagen de Jesús Nazareno de la iglesia concepción, la cual venía acompañada de un gran número de fieles creyentes en la Pastora de Almas.
En el año 1956, centenario de la procesión de la Divina Pastora se llevó a cabo la Coronación canónica por el delegado papal para la ocasión, el eminentísimo Señor Cardenal Crisanto Luque, quien luego de la bendición de la corona de oro donado por las familias de Barquisimeto y realzada con incrustaciones de perlas preciosas traídas del Brasil por Mons. Críspulo Benítez Fonturvel, obispo de la diócesis de Barquisimeto, fue colocada en la cabeza de la imagen de la excelsa madre. En ese preciso momento las bandas musicales asistentes interpretaron el Himno nacional, mientras repicaban las campanas de las iglesias y se escuchaba el sonido de los cañonazos anunciando el magno acontecimiento.
En 1956 en el marco del centenario de la procesión de la Divina Pastora, como complemento al homenaje, el altar mayor de la iglesia de Santa rosa fue restaurado. Los adornos tallados en madrera al estilo renacimiento y con influencia barroca fueron ejecutados por los ebanistas Francisco Hurtado y Gonzalo Fernández; y las cinco pinturas alegóricas a la historia de la Divina Pastora fueron realizadas por el artista Salvador Tarazona. El tríptico que corona el altar recoge tres momentos consagrados por la tradición. A la izquierda el santuario en ruinas por efectos del terremoto que destruyera y un ángel sosteniendo las paredes para proteger la imagen; en el centro la célebre invocación de 1856 y a la derechala llegada de la primera peregrinación de la Divina Pastora a la Catedral de Barquisimeto. Abajo en el extremo derecho aparece el Cardenal Primado de Colombia Crisanto Luque, colocando sobre la frente de la Divina Pastora la corona y un lado Mons. CríspuloBenítez, obispo de la diócesis y en el extremo izquierdo,las figuras de dignatarios de la diócesis de Barquisimeto y de algunos Hermanos del colegio la Salle, presididos por Mons. Benítez Fonturvel, representan el amor y admiración de los católicos barquisimetanos a la Divina Pastora.
En el año 2006, se celebró la centésima quincuagésima procesión de la imagen de la Divina Pastora; para en esta oportunidad se trasladaron la reliquia de Nuestra Señora de Coromoto proveniente de Guanare, y las imágenes de la Virgen de Altagracia de Quíbor y Nuestra Señora de la Chiquinquirá de Aregue. En el marco de esta manifestación de fe Mons. Tulio Manuel Chirivella Varela Arzobispo de Barquisimeto, ofrendó a la Virgen su pectoral como agradecimiento por sus años de servicio en esta arquidiócesis.
En el año 2006 con motivo de la celebración de los ciento cincuenta años de la visita de la imagen de la Divina Pastora a la ciudad de Barquisimeto se inauguró el año jubilar mariano por decreto de Mons. Tulio Manuel ChirivellaVarela, Arzobispo de Barquisimeto. En el mismo se concedió indulgencia plenaria por decretó del santo padre Benedicto XVI a los fieles católicos.
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