“Científicos han descubierto una novedosa forma de chatear en directo a través de la voz y en 3D, lo llaman tomarse un café con alguien”
“Viejo, ¿has visto el cartel?”; “No, Joven, ¿qué cartel?”; “Ése, Viejo, el que está frente a la puerta de aquella cafetería”; “¡Ah!, ya lo veo, Joven…, pero… ¿qué pone?…, no lo veo bien desde aquí”; “¡Ojú, Viejo, a ver cuando te compras unas gafas!, pues pone…” El Joven le dijo lo que rezaba el cartel. “¡Uff, Joven!, yo hace tiempo que perdí esa costumbre…, eso detomarse una café con alguien para mí pertenece al pasado; “Ya, claro Viejo, lo comprendo…”; “Uno ya no tiene tiempo para nada…, en fin, en mis tiempos – al Viejo no le gustaba usar esa expresión, en mis tiempos -, en mi época – esa tampoco le gustaba, en mi época -, cuando era más joven – esa sí le gustaba, cuando era más joven – yo acostumbraba a quedar con mis colegas para tomar café…, pero ahora…, ahora ni me imagino haciendo tal cosa…, además… practicamente no me quedan amigos”; “Sí, Viejo, pero chatear sí que chateas“; “Eso sí, Joven, eso sí que lo hago.”
El Viejo, viejo porque tenía más años que el otro, y el Joven, joven porque tenía menos años que el otro, dejaron atrás la cafetería, no sin que antes el Viejo hiciese un comentario jocoso: “Hay que ver las cosas que se inventan para atraer clientela”; y el Joven le respondiera: “Ni que lo digas.”
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