Incluso el acto más grande no puede hacer que me gane la gracia de Dios. Así como el peor error no puede quitármela. La gracia es independiente de cualquier cosa que diga o haga. Es la efusión natural del Amor mismo.
El amor intrínsecamente busca expandirse. Cuando el amor excede mis expectativas y sueños, experimento la gracia. Dicha gracia prepara un camino de compasión y perdón para todos. La gracia, inmensurable e irrestricta, fluye hacia mí y por medio de mí sin importar mis problemas, pesares o gozos, expandiendo mi habilidad para disfrutar de la riqueza de la vida. Dios es bueno, todopoderoso y generoso.
Mi corazón está abierto y receptivo a los regalos gloriosos de la gracia divina.
Pero a cada uno de nosotros se nos ha dado la gracia conforme a la medida del don de Cristo.Efesios 4:7
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