Mi dedicación para con mi familia se revela por medio de mi continuo amor por ellos. Mi dedicación a Dios resplandece a través de mi amor y fe, y en mi compromiso de demostrar mi ser mejor y más elevado.
Creado a imagen y semejanza de Dios, me esfuerzo por ser “el mejor yo” alineándome con la sabiduría y omnipresencia de Dios.
Soy un canal de la vida y energía divinas: en mis interacciones con los demás, por medio de mis pensamientos y oraciones y mediante mis actividades diarias. Vivo desde una base de fe.
Mi confianza se fortalece, mi mente se aclara y mi espíritu se remonta con nueva determinación. Vivir con amor y propósito es más que un simple compromiso, es mi manera de vida.
Mi alma quedará del todo satisfecha, como si comiera los mejores platillos, y mis labios te aclamarán jubilosos. Salmo 63:5
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